sábado, 15 de septiembre de 2007

Los rostros de la noche


Rescato una vieja afición, la de dibujar directamente con el ordenador, a golpe de ratón, y que llevo ya tiempo sin practicar. Hay algo que me llama la atención: casi siempre dibujo caras, y casi siempre tienen un cierto halo trágico y oscuro, a veces directamente tétrico. Lo curioso es que no parece responder el resultado a una actitud interior. No es mi yo atormentado y esas cosas raras que tanto gustan a psicólogos y terapeutas varios. Me lo paso muy bien dibujando, hasta mejora mi estado de ánimo, y mi principal objetivo es explorar las posibilidades expresivas del medio. Vamos, que nada de exorcismos de demonios interiores, ni catársis ni cuchipanda alguna. Es que me divierte. Es cierto que mi adolescencia transcurrió entre relatos de Lovecraft, música electrónica alemana y cine raro, y de ahí me ha quedado una cierta querencia que tiene más de nostálgica que de afinidad...
El caso es que me ha dado por desempolvar algunos archivos, y los voy a poner para que los vean mis honorables visitantes. Porque este blog es, en cierto modo, una extensión virtual de mi hogar, y hay que ser hospitalario ante todo. Lo del té y las pastas de momento está sin resolver, qué le vamos a hacer.

1 comentario:

Momo dijo...

Pues no sé yo... no creo que tus dibujos no tengan que ver con algo interior. Creo que todo lo que hacemos tiene que ver. De hecho acuérdate también de "Boca de Fuego", lo llevas dentro.
Me acuerdo cuando nos conocimos que hablabas siempre de "una parte de ti" como si hubiese dos ornitorrincos. Existen los dos lo que pasa es que el tipo Zen puede y sujeta al tipo "boca de fuego".
Tú eres muy consciente de su existencia y anda que no te lo trabajas.
Son dibujos con mucha fuerza y mucha rabia.
Un día te imagino en una montaña muy alta gritando hasta quedarte liberado.
Te quiero ornitorrinco.