martes, 15 de diciembre de 2009

Pactado de moda

- ¿Añil? ¿Un resplandor añil? Pues nunca me lo hubiera imaginado.
- En realidad debería ser violeta, pero aún lo estoy perfeccionando. La gente suele creer que tengo más poder del que realmente poseo. Me gusta jugar con los colores, pero tienden a ser inestables.
- Vale, pero lo del traje a cuadros...
- Va a ser tendencia dentro de unos años.

Me gustaría decir que las cosas fueron de otro modo, pero así comenzó mi conversación con Satán el día que se me apareció. No es que me sintiera decepcionado, pero reconozco que me costaba aceptar que todo estuviera siendo tan poco diabólico, al menos comparado con lo que la imaginería popular parecía afirmar.

- No se te ve muy asustado.
- Perdón, no era mi intención ofender. Admitirá su Excelencia que no tiene un aspecto muy aterrador.
- Si lo dices por el traje, de acuerdo. Y sin embargo, a pesar de todo, me has reconocido en seguida.
- Sí, es raro, ahora que lo dice. Lo cierto es que me gustaría pedirle alguna evidencia, si no es molestia.
- ¿Una evidencia? ¿De qué tipo? ¿Una metamorfosis, o prefieres que te enseñe las pezuñas, o el tridente? Vamos... Ya sabes que esto es una cuestión de fe. Se tiene o no se tiene.
- Supongo que es suficiente. Por ejemplo, no sé cómo ha llegado hasta aquí.
- Volando, por supuesto. ¿Recuerdas la mosca que merodeaba alrededor de las migas de tu desayuno?
- ¿En serio? ¿Podría volver a hacerlo ahora?
- Ya, pero no, es que yo también he leído ese cuento. Tendrás que fiarte.
- Qué remedio. Bueno, ¿y puedo preguntar a qué debo el honor?
- Claro. Me preguntaba si estarías dispuesto a venderme tu alma.
- ¿Mi alma? ¿Qué interés puede tener eso? Yo soy insignificante... ¿De qué le serviría?
- No se trata de que tú seas especial. Es - para qué engañarnos - una cuestión de cantidad. Arrebatar almas a Dios es mi trabajo.
- ¿Y va su Ilustrísima de una en una? Parece agotador.
- No te equivoques. Tengo medios a mi alcance para simplificar el trabajo, y de hecho funcionan muy bien. La televisión, la política, la ciencia, el heavy metal... Pero también disfruto de vez en cuando haciendo las cosas en persona.
- ¿El heavy metal?
- Un momento de verdadera inspiración. No sé cómo no se me ocurrió antes.
- Marilyn Manson...
- No, ese no. Ese es para despistar. Pobre, es un bendito.

Pues no, yo tampoco me habría imaginado hablando de música con el demonio, pero así se dieron las cosas.

- Respecto a lo del alma...
- Sí, ¿ya has pensado qué quieres a cambio?
- Es que no tengo muy claro que se la quiera vender.
- A ver, te lo explicaré mejor. Venta o posesión, esas son las opciones.
- ¿Cómo?
- O me vendes tu alma - una gran oportunidad de negocio en los tiempos que corren -, o te poseo.
- ¿Quiere decir... como a la niña de "El Exorcista"?
- No, no, eran otros tiempos. Todo muy exagerado, y cansadísimo. Además, se notaba demasiado, y así el trabajo no sale adelante. Es más como un virus. El poseído contagia a los de su alrededor casi sin darse cuenta. Es muy, muy eficaz.
- Eso sí suena diabólico.
- Gracias.

Por supuesto, yo sólo trataba de ganar tiempo mientras pensaba en la forma de salir bien parado de aquella situación. Aunque no parecía fácil. Decidí cambiar de estrategia.

- ¡Dios Nuestro Señor, acude a mí, yo Te invoco! ¡Protégeme del mal, aleja al demonio y rescata mi alma del Príncipe de las Tinieblas!
- ¿De verdad crees que yo estaría aquí si Dios no lo quisiera?

Entonces me di cuenta de todo, entonces comprendí. Pero era un poco tarde, ya debían de estar a punto de cerrar el concesionario de Lamborghini, y no me apetecía esperar hasta el día siguiente.

- Firma aquí. Tranquilo, la aguja es desechable.

Firmar con sangre no es tan fácil como parece, pero como con los regalos, lo que cuenta es la intención.

- Ha sido un placer. Hasta pronto
, y conduce con cuidado. Nos veremos en la Eternidad.

-Pues ahora sí que le ha salido el resplandor violeta...