martes, 6 de abril de 2010

¡Hoja, la!

El mapa oculto de la vida, en el fulgor verde del sol rasante que revela como siempre lo invisible. Esos caminos, valles, cumbres y fronteras, y el océano en que mis barcos se pierden entre la bruma. Al amanecer renacen los límites, la solidez envuelve la materia que durante la noche se disipa en las sombras. La belleza es un segundo de conciencia, y saber que el aire que respiro no me pertenece. Si el mundo es ilusión y yo tan sólo el hálito imperceptible que al mismo tiempo nace y muere, si en el temblor de un párpado se esconden todos los misterios, si ya no queda espacio en el infierno para todos mis pecados: me acabaré aquí mismo, por ejemplo.

No hay un perro recorriendo las calles mientras llueve. No hay una mosca azul en el techo del cuarto. No se escuchan las voces de los falsos profetas. Entonces el jazmín y su perfume, entonces baja el río y su canto en las piedras, entonces la distancia es mentira y la tristeza un fuego que se apaga, y la risa es un beso, y morirse una farsa.

El ángel púrpura saluda con un gesto a los cuervos mientras se va, dejando a su paso un rastro de silencio...