lunes, 11 de abril de 2011

Ojo de pez

- El azar, el azar... - se decía mientras su cabeza inerte descansaba sobre un lecho de hielo picado. El Destino es tan sólo el puro azar cuando te atraviesa de parte a parte, como un anzuelo. Todo cambia tan velozmente que nos parece inmutable. Pero la corriente te arrastra con su fuerza irresistible, como se ondula el mar fingiendo que avanza y retrocede, cuando en realidad no hace sino subir y bajar sin moverse del sitio. Es la eterna ilusión - lo he dicho siempre - ese obstinado empeño en querer dar solidez a la materia, la inexplicable cohesión de las moléculas. Un parpadeo, un aleteo de mariposa, una piedrecita que golpeamos con el zapato inadvertidamente. No consigo asir un solo instante, no puedo retener un pensamiento sin que otro lo devore, nunca seré capaz de repetir lo que he escuchado. Agitando los brazos en el aire con la vana intención de detener el viento.

Llevo el mar en mis ojos porque soy mar cuando sueño. Y aunque muerto, recuerdo.