martes, 23 de junio de 2009

Del cielo para abajo

Es curioso lo que sucedió con la última entrada. Sólo una palabra. Pero el primer comentario dio lugar a muchos otros. Y lo más extraño es que, en realidad, las musas no tenían nada que ver. No era una cuestión de inspiración (las musas no existen, aunque visten mucho). Era, una vez más, otra visita al pozo que parece empeñado en convertirse en mi segundo hogar - bueno, sería el segundo si ya tuviera uno, claro.
Acabo de ver la maravillosa película "Los duelistas", de Ridley Scott, protagonizada por Keith Carradine y Harvey Keitel. Dos hombres, dos soldados, enfrentados durante toda su vida en sucesivos duelos de honor, sin que esté muy claro cuál es la verdadera causa. Pero el honor, como tantas otras cosas en la vida, nadie sabe muy bien qué es en realidad. En esta etapa de mi vida en la que a menudo me cuesta reconocer lo que era y lo que soy, me gustaría recuperar el sentido de esos conceptos - muchos en desuso - tan desconocidos: el honor, la libertad, la dignidad, la honestidad, la integridad. Sólo me consuela pensar que las ruinas
son a veces el lugar en que habitan las lechuzas, símbolo de sabiduría. Si consigo que anide alguna, tal vez aprenda algo...
En fin, sólo quería paliar un poco la frustración de mis amables visitantes, que perseveran en su cotidiano asomarse a este blog y se encuentran un erial. Poco a poco espero ponerle remedio. De momento, como ilustra la foto, estoy frente a esa escalera que cuando está vacía no se sabe si es de subida o de bajada. Y ya lo decía Cortázar: es importante no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.
As Sabur...

martes, 2 de junio de 2009

Mientras desaparece...


En tu mirada el mar entre la niebla,
y todos los misterios
en un rumor de olas,
en el latir oculto,
en el silencio explícito del aire que respiras.

Hay un candor, clamor, un canto
que no cesa,
en la espuma que estalla entre mis manos,
en la brisa y los pétalos,
en la rosa escondida entre las rosas.

Amor, yo te conozco.
Muéstrame ya tu rostro,
enséñame las manos, las caricias,
cíñeme con el lazo de tus besos
azules, grises, blancos y violetas,
peregrinos del tiempo no vivido.

En el instante, ahora,
cuando es siempre,
cuando la noche calla,
cuando el ruiseñor duerme,
cuando la vida es luz
y no se apaga.

Donde el miedo es un eco que cada vez más
se pierde
- mientras desaparece -
(mientras desaparece)
mientras desaparece
sumergido en el mar entre la niebla...