miércoles, 29 de julio de 2009

Revelación

Cuando apareció abriéndose paso entre la multitud, su rostro resplandecía, iluminado por una luz interior que teñía ligeramente de malva, como un halo, toda su figura. Y eso a pesar del polvo rojizo que lo cubría como una costra, y de las ropas mugrientas que apenas conservaban su forma original, señales inequívocas del largo tiempo pasado en el desierto. Todo el mundo sabía que aquel hombre ahora extremadamente delgado, que caminaba cimbreándose como un junco a punto de partirse, era el mismo que años atras había abandonado una vida acomodada para adentrarse en la inhóspita soledad de las tierras más áridas, buscando respuestas, anhelando un sentido del que su vida parecía carecer.
Cuando llegó a la plaza, rodeado por una muchedumbre silenciosa y boquiabierta, se sentó - se dejó caer lentamente - junto a la fuente, cuyo modesto surtidor se convirtió en el único sonido que se podía escuchar. La mirada de aquel hombre permanecía perdida, fija en un punto indeterminado, pero su expresión mostraba los signos de quien ha atravesado la puerta, de quien ha trascendido los límites, de quien ha sido admitido a la asamblea de los transformados.
El tiempo se muestra en ocasiones caprichoso, y aquí parecía haberse detenido, y nadie era capaz de romper el silencio. Ni los perros ladraban, ni los pájaros bajaban de las ramas para picotear las migas, ni los truenos tronaban, a pesar de que la amenaza de tormenta era inminente.
Tras esa eternidad de segundos, el hombre arenoso levantó la mirada y recorrió los rostros de sus antiguos vecinos, se diría que uno por uno, sin cambiar un ápice su expresión. Después empezó a hablar.
"Lo he visto. Cuando todo dejó de tener significado, cuando el Bien y el Mal formaron parte del mismo aliento, cuando la Verdad mostró su horrible faz y la Mentira enseñó su dulce rostro, cuando desapareció la forma y se manifestó la nada, el vacío, el caos y el cosmos fundidos en el magma primigenio. Dios me habló. Fui bendecido con la Revelación de todos los misterios, he muerto y he regresado a la vida. Yo soy el transformado, el portador del Mensaje".
El silencio que hasta ese momento había reinado fue inmediatamente absorbido por otro más profundo si cabe, y hasta el aire se solidificó, congelando el instante. Como un augurio, un pájaro negro cayó muerto al otro lado de la ciudad, pero nadie lo vio. Las miradas tejieron una red, concentradas en el rostro cubierto de polvo rojizo, que comenzaba a agrietarse.
Con el esfuerzo de un titán, un anciano se adelantó, tembloroso, con los ojos al borde de las lágrimas. La telaraña de miradas se dividió en dos. El silencio se transformó, por un segundo, en un murmullo imperceptible, que en seguida desapareció. El anciano abrió la boca una o dos veces, sin decir nada. A la tercera por fin pudo balbucear.
"¿Qué te dijo Dios? ¿Cuál es el mensaje?"
El silencio se volvió blanco, transparente, luminoso. Los ojos del Transformado se abrieron mucho, luego se cerraron. Dejó caer la cabeza y una lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla, como un delicado arroyo abriéndose camino en un desierto.
"El Secreto... El Secreto..." - su voz sonaba como el mar contra las rocas -. "Yo... lo he olvidado".
El primer trueno rugió con la violencia de todos los infiernos desatados. La tormenta estalló, y en menos de un minuto el hombre quedó solo en la plaza, mientras la lluvia transformaba el polvo rojo en arcilla. Ya no había nadie para verlo, pero el agua siguió cayendo con fuerza hasta que la figura terrosa
desapareció, convertida en un charco de lodo.
Al día siguiente nadie recordaba nada de lo sucedido, y el viento arrastraba
en sus brazos invisibles un polvo rojizo, como llegado del desierto.

sábado, 18 de julio de 2009

Y aquí estamos...

Todavía no termino de tener claro por qué persisto en el afán de querer comprender, cuando la vida me demuestra con una tozudez significativa que es mucho más lo que se nos escapa que lo que somos capaces de discernir. Una forma un poco retorcida de decir que no me entero de nada. Acabo por pensar que son mucho más productivas las flexiones que las reflexiones. Que al menos el corpore esté sano, que lo de la mens cada día lo veo más difícil. Ya lo decía Battiato, que siempre tiene una frase para todo:
"A Beethoven e Sinatra preferisco l' insalata

a Vivaldi l' uva passa che mi dà più calorie
uh! com'è difficile restare calmi e indifferenti
mentre tutti intorno fanno rumore"
Hoy leía un artículo sobre el estado de la enseñanza, las dificultades a que se enfrentan los profesores, las posibles soluciones, las causas probables... Hay casi tantas opiniones como personas. Hace falta disciplina, adaptarse a los nuevos tiempos, revisar el sistema educativo, volver a lo de antes, estimular al alumno, incorporar las nuevas tecnologías, implicar a los padres...
Y hace unos días viví un reencuentro con algunos de mis compañeros del colegio, a los que hacía treinta años que no veía. Posiblemente fuimos la última generación que todavía conservaba parte del respeto reverencial hacia el profesorado, que era consciente del valor del esfuerzo, que consideraba la disciplina como parte del proceso educativo. Naturalmente, como niños que éramos, todo aquello nos parecía un auténtico rollo, en general. Y el caso es que yo salí del instituto pensando que vaya desastre, qué inconsciencia, no haber aprovechado mejor aquellos años, no haber puesto un poco más de interés.
Con el tiempo y las generaciones posteriores, esa visión fue cambiando. Y tras la reunión de antiguos alumnos (del Ramiro, oiga), descubro cosas sorprendentes. Por ejemplo, que todos seguimos siendo capaces de escribir sin faltas de ortografía, e incluso de componer frases subordinadas y con sentido - y eso a pesar de manejarnos con soltura en las nuevas tecnologías. Antes del encuentro hemos intercambiado algunos mensajes, y me doy cuenta de que en realidad somos unos perfectos desconocidos. Y me pregunto qué pasará cuando nos tratemos en persona, y la sorpresa es que somos capaces de reconocer en los otros al niño que fuimos, al tiempo que descubrimos a los hombres que somos. No sólo hay rasgos que permanecen prácticamente inalterados, sino que además se manifiesta un vínculo misterioso que abre las puertas de los corazones. Y hablas de tus cosas, de esas que no vas contando por ahí, y escuchas con igual atención, y de repente cobra sentido un espíritu común, un aroma inconfundible, la certeza de compartir algo inefable que hace posible la armonía. Hay complicidad y respeto, hay cariño y un bagaje de experiencias ofrecido sin apenas reservas. Cada uno ha seguido un camino diferente en la vida, pero al parecer todos portamos un sello que en cierto modo nos distingue. No seré yo quien lo defina, desde luego. No sé en qué consiste exactamente, pero existe.
La vida se va tejiendo con un hilo invisible que tan pronto nos frunce como nos deshilacha. Un hilo finísimo y dorado que nos cose a la realidad y nos conduce a nuestro destino cabalgando los sueños de la infancia. Las leyes ocultas del universo están escritas en negro sobre negro, por eso la perplejidad y el enigma.
Por eso no me entero de nada, pero cada vez me importa menos.

lunes, 13 de julio de 2009

Koniec

Hace más de veinte años, en una de las primeras ediciones del desaparecido Festival de Cine Imaginario y de Ciencia Ficción de Madrid (IMAGFIC), tuve ocasión de ver, por primera vez, la película "Sanatorium pod klepsydra". Tras muchos años de búsqueda, acabo de volver a verla (milagros del p2p). Es una película polaca, dirigida por Wojciech J. Has, basada en el libro del mismo título de Bruno Schulz. El cartel que ilustra esta entrada es del mítico cartelista Starowieyski.
Por alguna razón, esta película me produjo un impacto que ha perdurado con los años, a pesar de no recordar prácticamente nada. Apenas una vaga sensación de nostalgia, una atmósfera de ensueño, un aroma de extrañeza. Ahora puedo decir que, probablemente, esta obra es en gran medida responsable de mi fatal fascinación por las rarezas. Y eso explica muchas cosas. La sensibilidad de una persona se construye a partir de las experiencias, ya sean poéticas, estéticas o emocionales, y con más razón cuando se aúnan todos esos factores. Lo misterioso es el motivo por el que unos impactos dejan su huella más profundamente que otros.
No podría describir la película aunque quisiera. Visualmente es abrumadora, y se desarrolla en la mejor escenografía que yo haya visto en cine en toda mi vida, y el reparto es perfecto. El director teje una historia fantástica, prácticamente indescifrable, en la que el tiempo se pliega, se desdobla y se retuerce en un constante juego caleidoscópico. Es muy difícil crear un universo tan irreal y a la vez tan coherente, y a poco que te abandones acabas sumergido sin remedio en ese mundo poblado de la fauna más extraña que pueda imaginarse. Puede que no recordara nada porque me gustaría guardar en la memoria hasta el último detalle, tarea absolutamente imposible. Es como un laberinto tapizado de enigmas. Una experiencia cinematográfica. El cine como arte.
Como ya he dicho, esta película me ha acompañado en el recuerdo durante muchos años, y ahora, revisitada, me acompañará muchos más.
Y ahora me voy a dormir. Y a soñar, tal vez...

miércoles, 8 de julio de 2009

Esto no tiene nombre...

No era mi intención, pero voy a hablar de algo que he pospuesto muchas veces. Me refiero a la cuestión del anonimato en los comentarios. Vayamos por partes:

Si yo visito un blog y descubro que el contenido es estúpido, ofensivo o carente de interés, sencillamente lo abandono y no vuelvo. Y no dejo comentario, porque dudo mucho que lo que diga vaya a tener el más mínimo efecto sobre el autor. Una persona con la que apenas tuve trato unos días, durante un curso, dejó una vez un comentario en este blog. Decía, entre otras cosas, que le parecía pretencioso. Era una opinión - con la que en ocasiones coincido - expresada con claridad por alguien con nombre y apellidos. Y la respeto, y agradezco profundamente a esa persona que lo dijera. Pues muy bien. Puedo estar de acuerdo o no, pero no escribo aquí para recibir parabienes y lisonjas. Por suerte o por desgracia, sé cuándo lo que hago está bien y cuándo no, sin necesidad de opiniones ajenas. Y quizá me equivoque, pero no me importa demasiado. Si alguien quiere decirme que todo lo que escribo es basura pseudointelectual, filosofía de libro de autoayuda, palabrería hueca y pedante, me parece perfecto. Siempre tendrá la opción de no volver a leerme. Y si insiste en visitar el blog y recordarme lo mal que lo hago y lo ególatra y desgraciado que soy, pues adelante. Como mucho me aburriré, pero no me ofenderá.
Ahora bien, ampararse en el anonimato para verter bilis es desagradable y cobarde. No me pienso enzarzar en interminables duelos de ingenio para ridiculizar al otro, ni explotar sus debilidades, ni mantener debates absurdos con personas que no buscan sino gresca ociosa. Me gusta suscitar la curiosidad, la reflexión y el intercambio de pareceres y visiones del mundo. Pero no tolero la falta de respeto que supone tratar de ofender anónimamente a las personas que colaboran en este blog con sus comentarios. Como veréis, nunca suprimo un comentario, sea del tipo que sea. Me limito a no contestar. Pero tampoco me gustaría ver convertido el espacio de comentarios en un campo de batalla. Hay millones de formas de emplear mejor el tiempo y la energía.
Entiendo que alguien no quiera dejar su nombre, apellidos y correo electrónico para comentar, ni lo necesito. La mayoría de las personas que visitan este blog son mis amigos - no virtuales -, y de otras sólo sé un nombre que puede ser incluso inventado. Allá cada cual.
Por otra parte, casi siempre los comentarios pretendidamente ofensivos suelen ser más un retrato del comentarista que otra cosa. Quizá alguno lo que realmente quiere es tener un blog y que alguien lo visite. No sé.
En fin, siento haber tenido que dedicar tiempo a este asunto. Me aburre soberanamente. Por supuesto, todo el mundo puede seguir haciendo los comentarios que quiera. Lo malo de los anónimos es que no les puedes llamar cobardes a la cara, porque no tienen cara. Pero ya no me voy a molestar ni en eso.
Pese a lo pretencioso que pueda parecer, este blog sólo pretende ser un espacio en el que compartir mis peculiaridades con quien las encuentre de interés. Ni más ni menos.
Como por ejemplo, hacer esculturas con piñas.