martes, 30 de septiembre de 2008

Yo tampoco lo entiendo

Borracho como una cuba va el poeta, borracho de las palabras que le caen de los bolsillos, que le arrastran, que le cuelgan a jirones. Ebrio de luces, de fuegos, de tormentas rojas, de granadas abiertas, de lo que se aleja sin hacer ruido. Se tambalea como una botella, y rueda por la pendiente de un volcán hasta hundirse en el magma ardiente, y sale despedido como ceniza y piedra negra. Vuela, dejando una estela de humo que se hace versos y se deshace enseguida, sin dejar más huella que un recuerdo atónito. Se le abraza el olvido a las piernas, tropieza y se levanta, cierra los ojos y escucha un batir de alas premonitorio: ahí llega de nuevo, la palabra que odio, la que no encaja, la que no da sombra, la que urde traiciones, la que engaña, la que flota inerte en el hueco del tiempo que se ha ido. "No me sirve" - piensa -, aunque obstinadamente se repite el eco y es su voz la que murmura. "Y para qué" - pregunta -, mientras la luz se apaga y se adormece el mundo y su locura cotidiana. "Jamás" - repite -, sabiendo que la derrota es inminente, que volverá a batirse en retirada, que la palabra arde aunque te escondas. Quemado por su fuego el corazón se abre, y de sus pétalos licuados brota el verso, inflamado y frágil, peregrino perdido entre tinieblas. "Ya no hay más" - solloza -, pero calla y espera. Sabe que ese temblor es pasajero, que los versos se llaman y se abrazan cuando nadie los mira, y nacen los poemas con el alba o el mar o el ladrido de un perro en la distancia.
El viento se estremece en las ventanas. Es otoño. Octubre está en la puerta suspirando. Me asomaré a la vida mientras pueda y gritaré que estoy desnudo y vulnerable. Sólo se oirá una voz que apenas dice: no quisiera morirme sin haber vivido.

lunes, 29 de septiembre de 2008

¿Y tú me lo preguntas?

Creo que me he metido yo solito en un pequeño lío, porque acabo de darme cuenta de que en la anterior entrada dije que en la próxima (o sea, en ésta) hablaríamos de poesía. Y ocurre que estoy muy cansado y no sé lo que pueda salir de aquí. Pero bueno, lo intentaré.
Sólo quería decir que la poesía es necesaria. El ser humano necesita la palabra, y más aún la belleza hecha de palabras. Construimos el mundo con ellas, nos contamos la vida, rellenamos los vacíos y rescatamos los recuerdos. El silencio vibra con los ecos de las sílabas que intentamos acallar, y que sin embargo se obstinan en sonar como redobles de tambores ocultos. La conciencia son palabras de piedra erosionada por las aguas del pasado queriendo hacerse presente. El amor son dos versos con las letras mezcladas. Incluso en el sueño nos hablamos con frases de extraño significado.
Quizá no sirva para nada, la poesía. Pero es necesaria. A veces la verdad sólo se revela poéticamente, porque de otro modo sería imposible mirarla sin quedarnos ciegos, o convertidos en estatuas de sal. La belleza nos libera de la esclavitud de lo real, porque es Real. Lo demás es una sombra.
Por hoy no puedo más. Así que me despido, dando las gracias a los grandes poetas.
Y claro, con un poema.

El ángel desconocido

¡Nostalgia de los arcángeles!
Yo era...
Miradme.

Vestido como en el mundo,
ya no se me ven las alas.
Nadie sabe cómo fui.
No me conocen.

Por las calles, ¿quién se acuerda?
Zapatos son mis sandalias.
Mi túnica, pantalones
y chaqueta inglesa.
Dime quién soy.

Y, sin embargo, yo era...

Miradme.

Rafael Alberti ("Sobre los ángeles")

jueves, 25 de septiembre de 2008

La vida es una tómbola (vaya por Dios)

Ahora que estaba cogiendo carrerilla con el tema del LHC (ya sabéis, el gran colisionador de hadrones - hay que reconocer que el nombre impone respeto -) va y se estropea. Se prevé que vuelva a funcionar en abril, así que el año que viene la primavera nos traerá, aparte del florecer y las lluvias, unas partículas elementales en colisión múltiple. Lo que nos quedará por ver... El caso es que llevo unos días enfrascado en actividades intelectuales bastante peregrinas, y no sé si es por eso o por otra cosa, pero me hallo en estado de coma flotante. Para ser más claro, que la sensación de que cuanto más sé, menos sé, comienza a ser de lo más cotidiana. Mis peculiares circunstancias actuales han tenido como efecto colateral una suerte de alejamiento de mí mismo, de modo que me encuentro a menudo en lo que podríamos describir como un viaje astral, pero sin viaje. No sé, tengo la sensación de que no me estoy explicando demasiado bien... Pues eso, que miro a la vida y me digo: ¿seguro que esto es como nos lo habían contado? Pues me parece bastante raro.
Vale, reconozco cuando estoy espeso como puré de lentejas. Leo esta mañana una entrada en el blog del MIT (véase barra lateral) hablando del estrés y los babuinos, pero decido no sacar conclusiones.
Y para que vuestra visita de hoy no sea en balde, reproduzco un poema del maestro Aleixandre:

SILENCIO

Bajo el sollozo un jardín no mojado.
Oh pájaros, los cantos, los plumajes.
Esta lírica mano azul sin sueño.
Del tamaño de un ave, unos labios. No escucho.
El paisaje es la risa. Dos cinturas amándose.
Los árboles en sombra segregan voz. Silencio.
Así repaso niebla o plata dura,
beso en la frente lírica agua sola,
agua de nieve, corazón o urna,
vaticinios de besos ¡oh, cabida!,
donde ya mis oídos no escucharon
los pasos en la arena, o luz o sombra.

Y el próximo día hablaremos de poesía.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Un mozquito en la mezquita

Lamento este periodo de sequía, pero asuntos de fuerza mayor me han impedido acudir a nuestra cita bloguera como hubiera sido mi intención. Es más, tampoco hoy me voy a extender demasiado, más por falta de energía que por otra cosa. En realidad sólo quería dejar constancia de que volveré a postear (creo que se dice así) y a poner imágenes varias. En esta ocasión se trata de la Mezquita Azul de Estambul, en un atardecer de agosto de 1998. Nada que decir.
Por lo demás, comentar brevemente que voy haciendo interesantes descubrimientos acerca del comportamiento humano - sobre todo del mío - y no dejo de asombrarme. Si tuviera que resumirlo en una frase, probablemente elegiría el título de un libro de Rafael Alberti: "Yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos". Vale, habría que matizar un poco, pero puede servir como adelanto. Nada trágico, por otra parte. Pero sí muy aleccionador.
En fin, siento dejaros un poco así, como haciéndome el misterioso, pero ya pondremos fin a este capítulo. De momento es lo que hay.
Hasta pronto y sed felices, que merece la pena.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¡Deeebajo un bosón, són, són...!

Si estáis leyendo esto es que todavía no ha llegado el fin del mundo. Parece ser que había quien estaba convencido de que la puesta en marcha del nuevo LHC iba a suponer la destrucción del planeta - más bien su desaparición - engullido por un agujero negro del tamaño del ala de un mosquito (y tal vez exagero). Me temo que Nostradamus ha vuelto a patinar. El caso es que la inauguración ha sido un éxito, porque unos protones han recorrido 27 kilómetros de túnel en una hora, más o menos. Dicho así no suena muy espectacular, pero los científicos saltaban y aplaudían llenos de júbilo. Y es que los pobres no tienen mucho que celebrar, en general. En el enlace de más arriba podréis encontrar mucha y magnífica información sobre el susodicho Aparato. El mundo de la física de partículas anda revolucionado. ¿Se detectará el Bosón de Higgs? ¿Se vendrá abajo toda la teoría del Big Bang, de las fuerzas elementales, del origen del universo? Pronto lo sabremos... o no. A ver si por querer descubrir cómo empezó todo, nos encontramos con cómo termina todo. Sería la paradoja perfecta. Pero sería la última.
De todas formas, no debería preocuparnos en exceso la posibilidad de una eventual destrucción del planeta. Si llega, no hay salvación posible. Y si no llega, pues todo sigue igual. ¿Qué precauciones podríamos tomar? ¿Hoy no salgo a la calle, no vaya a ser que el mundo sea absorbido por un agujero negro y me pille sin paraguas?
En cualquier caso es bueno que, aunque sea por un día, en la calle se hable de hadrones y no de ladrones, de partículas elementales y de las fuerzas invisibles que cohesionan el universo, en lugar de la carnaza con que habitualmente se llenan los telediarios. Y mientras llega el fin del mundo (si es que llega), procuraremos mantener la calma y hacer las cosas lo mejor posible, y aportar algo de belleza y amor a los que nos rodean: con un poco de suerte, cuando ya no quede nada, aún se podrá sentir como un murmullo el latido de los corazones que se amaron, y es posible que de ahí surja un nuevo universo tan misterioso como este...

Donde dije digo, digo cualquier otra cosa

He dudado un poco - sólo un poco - antes de hacer esta entrada. Hace apenas dos días que puse el punto y final, y aquí estoy de nuevo, qué poca formalidad. Pero después he pensado que para qué tanto reconcome, si de todas formas todo el mundo hace y deshace a su antojo y nunca pasa nada.
Lo que no sé es hacia qué territorios derivarán los futuros contenidos de esto-como-quiera-que-se-llame. He de suponer que seguiré filosofando (¿se dice así?), aunque yo lo llamo de otro modo. Cuando el sabio señala la luna, el mono se queda mirando el dedo. (Por cierto, el sabio no soy yo -el mono, muchas veces).
Y me seguiré mojando, porque no sé hacer las cosas de otra manera. Y allá los cobardes desde sus trincheras. Y no estoy tirando a dar, sólo lanzo las piedras al aire, y a ver dónde caen. Y me da igual la indiferencia, el desprecio y la admiración. Son caras diferentes de la misma moneda - sí, una moneda con más de dos caras... qué raro. Y cuando digo que me da igual no digo que no me afecten. Pero eso lo dejo para otra ocasión. Al final no se va a entender nada de lo que escribo, pero no importa. Casi nada importa de verdad. Y a casi nadie le importa lo que de verdad importa. Pero eso tampoco importa. De verdad.
Somos el puñetero misterio de este universo. Con lo fácil que es quedarse calladito.
Hala, ya está. Ahora, a dormir.

domingo, 7 de septiembre de 2008

¡Campaaaaaana y se acabó!

"Morir antes de morir". Una frase que para muchos sólo es un enigma, metafísica para ociosos como yo. Un paso necesario, para algunos. Lo siento, de verdad, pero me cansé de ser el pim-pam-pum del universo. De verdad que este blog sólo pretendía ser un espacio para compartir, para salvar las barreras del espacio - y del tiempo, si me apuran. Una ventanita al mundo. Pero está claro que es demasiado expuesto. Antes de señalar a los demás con el dedo es conveniente mirarse un minuto al espejo.
Así que para dar la razón a quienes llevan tiempo empeñados en que odio al mundo y sus habitantes, que me creo superior a toda la humanidad (y el más listo de la clase), me rindo. Echo el cierre a este nido de egolatría y el que de verdad tenga interés en saber de mi vida, que me llame o me mande un mail.
Qué lástima, no puedo borrar mi vida desde que nací hasta el día de hoy.
Perdón por no ser perfecto. Es de fábrica.
Hasta nunca.
P.D.: Ya no contesto más comentarios.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Erre que erre

Mis esperanzas de que este blog llegara a convertirse en un lugar de encuentro e intercambio se van desvaneciendo como una niebla. Qué le vamos a hacer. Quizá debería cambiar el enfoque, o tal vez plantear preguntas e interpelar directamente a los lectores: ¡Eh, tú!, ¿qué opinas de esto? ¿Te parece normal tanto dislate junto? ¿Crees que tanto rollo sirve para algo? Pues deja tu mensaje después de oír la señal. Supongo que pensaréis: Ya está éste otra vez quejándose de que no hacemos comentarios. Que no, que no es una queja, es sólo un anhelo. Pero no pasa nada, ya me encargo yo de buscar nuevos alicientes para animarme a seguir publicando entradas. Aunque a veces sean como la de hoy, más bien vacía de contenido. Es como cuando llamas a un amigo para preguntarle ¿qué tal?, a pesar de haber hablado con él dos horas antes. Será la soledad, digo yo.
Pues eso, que ahí os dejo el dibujo del señor paseando a su perrillo, y aunque no se aprecia, os digo que van hablando de sus cosas - bueno, uno habla y el otro escucha. A lo mejor por eso dicen que es el mejor amigo del hombre. Y ahora que lo pienso, puede ser que el que habla es el que parece que escucha, y viceversa. De verdad, si lo que nos sobra son palabras... (Que me lo digan a mí).
Gracias por estar ahí, donde quiera que estéis.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Pajaritos y pajarracos

"De ilusión también se vive" y "No te hagas ilusiones" son dos frases hechas que delimitan un territorio crucial para el devenir humano. Por eso hoy quiero hablar de la ilusión - o ilusiones - en mi declarado y conocido intento de encontrar un camino hacia la felicidad. Para empezar, una aclaración fundamental, para la que recurro una vez más al DRAE. Ilusión: 1. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos. 2. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo. O lo que es lo mismo, que hay una ilusión que es como una alegría anticipada, y otra que viene a ser un sustituto de la realidad.
El mundo es una fábrica de ilusiones, y los medios de comunicación el escaparate perfecto para su venta. Sería imposible repasar los infinitos modelos de ilusión, así que trataré de centrarme en los que me parecen más "peligrosos". Una de las ilusiones más extendidas - y más dañina - es la ilusión del control. Me refiero especialmente al control de la propia vida. Empezaré con un ejemplo. Yo puedo controlar mi estado físico, llevando hábitos de vida saludables - alimentación equilibrada, ejercicio moderado, no fumar, etc. Además puedo pasar revisiones médicas periódicas, vigilar la tensión y el colesterol y cosas así. Todo ello me ayudará a ser más resistente a la enfermedad, menos vulnerable, a vivir más sano. Pero no me hace inmune, ni me libra categóricamente del cáncer, el catarro o las alergias. En el resto de los aspectos de la vida, la posibilidad de control es mucho más remota, porque el mundo nos obliga a la constante interacción con los demás, y cada contacto modifica - o puede hacerlo - nuestros planes, intenciones o actitudes. Para sostener cualquier ilusión, nos vemos obligados a suprimir de nuestro horizonte aspectos de la realidad, porque ningún plan humano es capaz de encajar las múltiples piezas que conforman la existencia. Así pues, cualquier intento por controlar nuestra vida nos llevará a una visión distorsionada - y por lo tanto, falsa - de la realidad. Y continuando con la comparación inicial, en el caso de la salud contamos con unas pautas casi universalmente aceptadas, que nos proporciona la ciencia médica. Que el tabaco es malo para la salud no es una opinión, sino un hecho científico demostrado. Pero ¿con qué mimbres tejemos el cesto de nuestros mundos privados? ¿Qué pautas podemos seguir con una mínima garantía? No digo que no existan, sólo que es mucho más difícil encontrar y reconocer las realmente valiosas. Tal vez sea opinable, pero parece mucho más inteligente aprender a discernir lo real de lo imaginario, y así tratar de vivir en lo real desde lo real. Una visión realista de la vida no implica, ni remotamente, un hiperpragmatismo o la carencia de ilusiones. Por el contrario, de esta forma las ilusiones se sostienen sobre expectativas razonables, lo que les proporciona una mayor probabilidad de éxito. Si la ilusión se construye a partir de una visión falseada de la realidad, sólo quedan dos salidas: mantenerse perpetuamente en la ilusión - es decir, vivir una vida falsa - o encontrarse, inevitablemente, con la desilusión. Dos fórmulas perfectas para la infelicidad.
La vida no es un camino de rosas, pero tampoco un valle de lágrimas. Podría ser, acaso, un valle de rosas regadas con lágrimas, que a veces son de alegría y a veces de dolor. Si el infierno son los otros, también pueden ser el paraíso. "La verdad os hará libres" es, sin duda, la mayor verdad, pero nadie dijo que fuera fácil. Y cuanto más nos alejamos de la realidad, más lejos estamos de nosotros mismos y de la felicidad.
Hubo un hombre que, buscando protegerse de todo aquello que no le gustaba de la vida, construyó un castillo inexpugnable y se encerró en su interior. Tan inexpugnable era su fortaleza, que las personas que debían suministrarle los alimentos no consiguieron encontrar la entrada. Aquel hombre murió de hambre y soledad, esperando un enemigo que, por cierto, nunca apareció.

martes, 2 de septiembre de 2008

Paréntesis

Cedo esta noche la palabra a Hafez, poeta persa nacido en Shiraz alrededor de 1320.

Tiene un porqué

Si duerme aquel narciso hechicero, tiene un porqué.
Si su bucle en ondas se deshace, tiene un porqué.

Tu labio vertía leche, y yo decía:
esa dulzura junto a aquel salero tiene un porqué.

Tu boca es fuente de agua de vida, mas
debajo de tu labio, el hoyo de tu mentón tiene un porqué.

¡Mil años vivas!, digo, pues sé de cierto
que en tu arco la flecha de tu pestaña tiene un porqué.

Dolor de separación y pena de sufrimiento te han puesto enfermo,
oh corazón, ese grito tuyo, ese lamento, tiene un porqué.

Por el jardín pasó anoche el viento de sus dominios,
oh flor, tu vestidura rasgada tiene un porqué.

Aunque el dolor del amor oculta a la gente el corazón,
este llanto de tus ojos, Hafez, tiene un porqué.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Laberintos de cristal

Como quiera que parece haber un impulso interior que me lleva a meterme en berenjenales sin fin, esta noche me pongo al teclado para hablar, creo que por segunda vez en este blog, del amor. Y es que, no sé muy bien por qué, me ha dado por consultar nuestro querido DRAE, (supongo que para ver si me entero por fin de algo) y me encuentro con la siguiente definición: Amor: 1. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
"Partiendo de su propia insuficiencia". Fascinante matiz. Supongo que los señores académicos pasan demasiado tiempo encerrados entre libros y cartapacios, y claro, pierden el contacto con la realidad. Salga usted al mundo y diga que parte de su propia insuficiencia. ¿Insuficiente yo? ¿Pero usted qué se ha creído? "Yo" nunca es insuficiente. De hecho es tan suficiente que le acaba sobrando casi todo lo demás. ¿Sólo me lo parece a mí, o vivimos en una sociedad en la que mostrar una mínima vulnerabilidad es poco menos que una condena al destierro? "Yo" nunca se equivoca, y si lo hace, la culpa siempre es de otro. Exigimos la perfección ajena con la misma desfachatez que justificamos nuestra imperfección. Tratamos - en vano, os lo aseguro - de crear entornos personales que nos mantengan inmaculados, a salvo de cualquier contratiempo. Todo un gigantesco engranaje comercial-económico-publicitario nos ofrece mil y una fórmulas para allanarnos el camino... ¿hacia dónde?
Hacia el paraíso terrenal, ese espejo mágico que siempre te devuelve una imagen perfecta, escondiendo las ojeras, las arrugas, las canas, la miseria moral, la mezquindad, la cortedad de miras, la falta de perspectiva... ¿Con qué cara te presentas ante alguien diciendo: "Tengo defectos, soy vulnerable, me equivoco, sólo soy humano? Y ahí viene la segunda parte: "...necesita y busca el encuentro y unión con otro ser". O sea, que no sólo eres insuficiente, sino que además necesitas al otro. ¿Para qué, entonces, tanto libro de autoayuda enseñándonos que todo está a nuestro alcance, sin más auxilio que (qué casualidad) el libro que tienes entre las manos? No deja de ser curioso que, en la época de la Historia en que la posibilidad de comunicarse y compartir ha alcanzado cotas inimaginables, el resultado sea un individualismo feroz, una despiadada carrera hacia la autosuficiencia, un incansable ascenso hasta lo alto de nuestras particulares torres de marfil. Y aquí está el puñetero diccionario, diciendo que el amor implica aceptar tus limitaciones y las del otro, y reconocer tu necesidad de compartir hasta el punto de alcanzar la unión con el otro ser.
Así nos va, persiguiendo quimeras y lámparas de Aladino, mientras la Vida y el Amor pasan a nuestro lado como una brisa casi imperceptible.
Y a pesar de todo, tratando de seguir adelante sin arrastrar los pies, con alegría y dignidad.
Será que parto de mi propia insuficiencia. Quién sabe.