domingo, 13 de julio de 2008

La rueda (dentada) de la vida

"Escuchad, pues, y compadeceos de la cruel tragedia de este hombre, educado como un príncipe, cuando lo que su reino necesitaba era un guerrero, un brazo fuerte para empuñar la espada; una voluntad firme, la paciencia de un buey, la determinación del acero forjado en la misma fragua de Vulcano. Una voz ronca para enardecer con el fuego de sus palabras a los ejércitos prestos a la batalla, y no la delicada melodía de unos versos frágiles. Un corazón encallecido en el ejercicio del poder, y no un alma cándida y vulnerable, adormecida en el ensueño de unos ideales muertos. Cuando veas los cadáveres de los soldados caidos a tus pies, recuerda el día en que miraste a los astros suplicando un destino que nunca se habría de cumplir. En la hora de la derrota los lamentos se pierden en el viento como la lluvia sobre el mar. Si has de mirar atrás, que sea sólo para aprender de tus errores. El gigantesco engranaje de la vida te atrapa entre los dientes de sus ruedas, inevitablemente, y sólo los espíritus elegidos rompen la cadena y se liberan de la opresión del mecanismo fatídico e implacable. Sé, o acaba ya con la farsa, antes de que la luz del nuevo día se abra paso entre las tinieblas eternas de esta noche sin luna y sin estrellas..."

2 comentarios:

Paloma dijo...

Sé, Ornitorrinco, sé.
Siempre adelante!

bogormu dijo...

¡Eso, eso, el burro delante pa que no se espante!