lunes, 1 de septiembre de 2008

Laberintos de cristal

Como quiera que parece haber un impulso interior que me lleva a meterme en berenjenales sin fin, esta noche me pongo al teclado para hablar, creo que por segunda vez en este blog, del amor. Y es que, no sé muy bien por qué, me ha dado por consultar nuestro querido DRAE, (supongo que para ver si me entero por fin de algo) y me encuentro con la siguiente definición: Amor: 1. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
"Partiendo de su propia insuficiencia". Fascinante matiz. Supongo que los señores académicos pasan demasiado tiempo encerrados entre libros y cartapacios, y claro, pierden el contacto con la realidad. Salga usted al mundo y diga que parte de su propia insuficiencia. ¿Insuficiente yo? ¿Pero usted qué se ha creído? "Yo" nunca es insuficiente. De hecho es tan suficiente que le acaba sobrando casi todo lo demás. ¿Sólo me lo parece a mí, o vivimos en una sociedad en la que mostrar una mínima vulnerabilidad es poco menos que una condena al destierro? "Yo" nunca se equivoca, y si lo hace, la culpa siempre es de otro. Exigimos la perfección ajena con la misma desfachatez que justificamos nuestra imperfección. Tratamos - en vano, os lo aseguro - de crear entornos personales que nos mantengan inmaculados, a salvo de cualquier contratiempo. Todo un gigantesco engranaje comercial-económico-publicitario nos ofrece mil y una fórmulas para allanarnos el camino... ¿hacia dónde?
Hacia el paraíso terrenal, ese espejo mágico que siempre te devuelve una imagen perfecta, escondiendo las ojeras, las arrugas, las canas, la miseria moral, la mezquindad, la cortedad de miras, la falta de perspectiva... ¿Con qué cara te presentas ante alguien diciendo: "Tengo defectos, soy vulnerable, me equivoco, sólo soy humano? Y ahí viene la segunda parte: "...necesita y busca el encuentro y unión con otro ser". O sea, que no sólo eres insuficiente, sino que además necesitas al otro. ¿Para qué, entonces, tanto libro de autoayuda enseñándonos que todo está a nuestro alcance, sin más auxilio que (qué casualidad) el libro que tienes entre las manos? No deja de ser curioso que, en la época de la Historia en que la posibilidad de comunicarse y compartir ha alcanzado cotas inimaginables, el resultado sea un individualismo feroz, una despiadada carrera hacia la autosuficiencia, un incansable ascenso hasta lo alto de nuestras particulares torres de marfil. Y aquí está el puñetero diccionario, diciendo que el amor implica aceptar tus limitaciones y las del otro, y reconocer tu necesidad de compartir hasta el punto de alcanzar la unión con el otro ser.
Así nos va, persiguiendo quimeras y lámparas de Aladino, mientras la Vida y el Amor pasan a nuestro lado como una brisa casi imperceptible.
Y a pesar de todo, tratando de seguir adelante sin arrastrar los pies, con alegría y dignidad.
Será que parto de mi propia insuficiencia. Quién sabe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Rafa! Mi idea del amor es totalmente positivista y harkonniana (es decir, que se trata a fin de cuentas de un aspecto más del sexo). En ese sentido, me gusta la versión pesimista del DRAE. Aunque claro... el DRAE es una cosa rara de la que hay que pasar bastante. Yo hablaría de supervivencia, usamos conceptos como el amor, el honor, etc, para sobrevivir a un mundo que es enteramente injustificable desde un punto de vista ético. Desde nuestra debilidad y desamparo creamos estos conceptos, la realidad se da de tortas con la poesía. Apúntate al carro transhumanista y seremos dioses ;-)

Nico