miércoles, 11 de junio de 2008

Yo soy aquél


Otra vez comienzo citando una letra de Franco Battiato, de la canción titulada "Personalidad empírica" (toma ya) perteneciente al álbum "Ferro Batutto". Y dice: "Cuando no coincide ya la imagen que tienes de ti con la que realmente es..." Pues sí. Si la entrada anterior se titulaba "Conócete a ti mismo" (pero en latín , que mola más), era precisamente por esto. Probablemente no haya otra tarea más importante para el ser humano que la de conocerse. Es un trabajo que dura toda una vida -por lo menos. Y no acaba nunca porque debe estar en constante revisión. Naturalmente, necesitamos fijar algunos elementos para tener una autoimagen más o menos estable. De lo contrario nos veríamos obligados a vivir en un permanente fluido, en una inconsistencia insoportable. Nuevamente cito a José Antonio Marina: "Una serie de teorías filosóficas y psicológicas están negando la existencia de un sujeto permanente, con lo que yo no soy responsable de lo que "yo" hice ayer, porque no soy el mismo. Por último, la cultura occidental ha erigido en modelo un individualismo del sálvese quien pueda, que desvincula sin vincular después." Y antes de esto: "La educación de la responsabilidad resulta difícil en la actualidad, porque es víctima de una compleja conjura de la irresponsabilidad que presiona sobre la juventud, que, al final, acaba pagando las consecuencias. Me pasma el aplomo con que se repite una frase muy estúpida: "Tengo derecho a equivocarme". (...) "Se tendrá derecho a elegir la propia vida, a dejarse guiar por las propias creencias, pero el error siempre será una mala consecuencia de un derecho, pero no un derecho en sí".
Averiguar cuál es la imagen que ofrecemos al mundo es relativamente sencillo, sobre todo si tenemos buenos amigos - y esto no es tan fácil. Cotejarla con la imagen que tenemos de nosotros mismos es verdaderamente útil y revelador. Lo realmente difícil es ser capaz de discernir hasta qué punto la imagen y la realidad coinciden. Desgraciadamente poseemos una capacidad prodigiosa para el autoengaño, que en pequeñas dosis es hasta necesario para la supervivencia, pero que más allá de ese punto nos lleva a vivir en un mundo de mentiras. Quizá no sean grandes falsedades, pero al igual que en una torre, una desviación de pocos milímetros en la base supone una inclinación considerable en la cúspide. Así que lo de mirarse
con frecuencia al espejo del conocimiento es fundamental. Con distancia, con objetividad, y con cariño - nada de flagelos, que sólo hacen pupa. Casi siempre, el espejo son los otros. Somos tan diferentes y tan iguales...
Y así vamos, tanteando, dando palos de ciego, tropezando y rectificando - que es de sabios. Si no dejamos de buscar, es posible que lleguemos a encontrar algo, alguna vez, en alguna parte. Algo de valor que nos dé fuerza para seguir adelante y mantener el rumbo correcto.
El amor, tal vez.
Pero la vida seguirá siendo un misterio.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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