lunes, 5 de mayo de 2008

Filosofía revolucionaria

Compruebo, un poco consternado, que mis comentarios en este blog producen efectos secundarios indeseables. Nada más lejos de mi intención que causar dolor o desánimo. Sé que no estoy pasando el mejor momento de mi vida, y eso se tiene que notar, y no cabe duda de que estas bitácoras suelen terminar convirtiéndose en el pozo al que acaban cayendo nuestras pequeñas o grandes miserias. Yo me limito a reflexionar públicamente en torno a las cuestiones que me resultan interesantes o dignas de atención. De acuerdo, mi visión del mundo actual no es demasiado positiva. Pero os aseguro, amables visitantes, que mi intención final es enviar un mensaje de esperanza. Necesito creer que es posible otro modelo de hombre (y de mujer), más consciente, más cercano a su esencia, menos vulnerable al loco mundo que nos rodea. Quienes me conocen bien - supongo que todos los que se asoman a estas páginas - saben que llevo años tratando de encontrar el camino que nos conduzca a la realización de esa meta. Consciente de que es un esfuerzo que dura toda la vida. Y ahora me permito incluir una cita de mi cada día más admirado José Antonio Marina, y que suscribo con el mayor énfasis: "(...) Al final he llegado a la conclusión de que el logro máximo de la inteligencia es la ética y su realización práctica, que es la bondad. Ya sé que esto suena a ingenuo, pero todo lo que he escrito pretende demostrar científicamente que esa idea encierra la suprema sabiduría. Es decir, nuestra salvación". He aquí un verdadero filósofo revolucionario, reivindicando la bondad como valor supremo del ser humano. ¿Ingenuo? En una sociedad que identifica bueno con tonto, sí. Pero será la sociedad la que tenga que cambiar, y no este pequeño grupo de grandes hombres cuya ingenuidad empuja el carro del verdadero progreso. El ser humano ha de cumplir su destino, que es la plenitud, alcanzar el nivel de su auténtica humanidad. Y ese objetivo no está tan lejano, porque hay una escalera oculta entre las pequeñas cosas, un camino en lo cotidiano, una senda hecha de migas de pan.
Y como no sabía con qué imagen ilustrar estas palabras, pues he puesto a Rufus tirando del carro (no sé si del progreso o del vertedero).
Buenas noches, amigos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

J.J.
Oye, primo¿Donde se pueden conseguir tus dibujos?¿Vas a sacar algo con esos bocetos que aparecen en el texto?¿Vas a plantearte una exposición?Es por ir a verla.¿No firmas los dibujos?¿por qué?¿por qué?¿por qué?¿No será por eso de la trascendencia de la vida, o la vida trascendente,o la videncia trascendentosa...o algo de eso?Porque si es por eso las cañas las pago yo.Para la inaguración de la exposición las croquetas las ponemos nosotros.Informa con tiempo, ornitorrinco.Hay que juntar monedillas para gasolina.Eso si que es trascendentalidad trascendentosa.Y lo demás suspiros, en este caso, de España...cañí.