miércoles, 14 de mayo de 2008

Los perros de la eternidad

Nunca pongo título a las fotografías, porque condiciona la visión del espectador, y porque creo que la imagen debe explicarse por sí misma. De hecho, si las comento aquí es porque esto es un blog, no una galería. El caso es que siempre que veía esta foto pensaba en "perros de la prehistoria". Está tomada en un pueblo que conserva casi intacto su aspecto medieval. Y los dos perros parecían llevar allí tumbados, en la misma posición, al menos desde el siglo XII. Pero en realidad la sensación no es de antigüedad, sino de atemporalidad. La fotografía suspende el paso del tiempo por su cualidad de congelar el instante. Pero en este caso se suma la inexistencia del tiempo en aquel lugar, en aquel momento. Lo cierto es que sólo existe el presente. El pasado ya ha desaparecido y el futuro aún no ha llegado. Así como en el cine una secuencia continua de imágenes estáticas nos proporciona la ilusión del movimiento, la sucesión de momentos presentes representa la imagen del tiempo que transcurre. Si fuéramos capaces de poner toda nuestra conciencia en el instante, el flujo temporal se detendría - quiero decir, la ilusión de ese fluir. Porque la Eternidad no es tiempo infinito, sino ausencia de tiempo. ¿Qué quiere decir esto? No tengo ni idea. Sencillamente, a veces experimento la sensación de que el tiempo es una gran mentira. ¿Y si el tiempo fuera como un gran reloj de arena, y los granos de arena fueran los momentos pasados? ¿Podríamos viajar a la parte inferior del reloj para recuperar uno o dos de esos granitos de nuestras vidas? Y sobre todo, ¿serviría eso para algo?
Cuando miro esta fotografía pienso que la próxima vez que vaya a ese lugar, los perros seguirán dormitando sobre las mismas piedras, viendo pasar los días o los siglos. Porque ellos - los dos perros - saben que el tiempo no pasa. Por eso permanecen para siempre allí, mientras yo me voy haciendo cada vez más viejo.

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