domingo, 1 de marzo de 2009

Pues sí, es un dragón con gafas.

La vida de los dragones no es fácil, pese a lo que algunos piensan. Es cierto que son criaturas poderosas en muchos sentidos, pero precisamente por eso su responsabilidad es grande. Es mucho lo que se espera de ellos, y cada cual tiene sus propias expectativas. En el caso que hoy nos ocupa, dadas las circunstancias geográficas e históricas, todo el mundo esperaba una bestia feroz que arrasara las campiñas e incinerase a sus habitantes. Pero este dragón mostró muy diferentes inclinaciones. Amaba la poesía y la música, era de carácter afable y cortés - aunque un poco tímido - y su corazón no albergaba sentimiento alguno de hostilidad hacia el género humano. Desgraciadamente eso no parecía interesarle a nadie, pues el pueblo ya había decidido de antemano que la bestia debía ser temida y, a ser posible, debidamente destruida. Por si eso fuera poco, las largas horas de lectura a la trémula luz de las velas - por la noche disfrutaba de más tranquilidad para leer - derivaron en una vista débil que las gafas apenas servían para mitigar. Verdaderamente, no parecían quedar muchas opciones para un dragón amable, educado y corto de vista. La pobre criatura se vio obligada a llevar una vida clandestina, escondiéndose durante el día y saliendo sólo de noche en busca de alimento, lectura y sosiego a la luz de la luna.
Cuando parecía condenado a una eterna soledad - los dragones son excepcionalmente longevos - quiso el azar que encontrara, casualmente, un castillo casi abandonado en una ruta que ningún humano en su sano juicio recorrería jamás por voluntad propia. Era, sin duda, el refugio perfecto. Pero aún lo fue más cuando descubrió que la fortaleza no estaba deshabitada: una pequeña princesa, cuya singularidad la había desterrado de su reino, pasaba sus días en aquel lugar inhóspito. Dado que compartían aficiones y destino, creció entre ellos al instante una profunda amistad. Aunque era poco probable que apareciera algún guerrero de brillante armadura y brioso corcél con la intención de acabar con la vida de la feroz bestia y desposarse con la princesa, para prevenir tan desagradable circunstancia el dragón practicaba ocasionalmente el arte de arrojar fuego por la boca, aprovechando para encender la enorme chimenea del castillo y caldear así los aposentos de Chuchurría.
Las noches transcurrían entre amenos debates sobre la rima asonante y los motetes, e incluso improvisadas puestas en escena de pequeños sainetes escritos para la ocasión, con gran éxito de crítica, aunque no de público, claro está.
Curiosamente, lo que comenzó siendo un lugar de soledad forzosa, acabaría convirtiéndose en un albergue para seres desubicados. El pez con piernas fue el primero en llegar, pero no el último...
(Continuará).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En capítulos anteriores:

"Chuchurría se encerraba en la vieja biblioteca a leer, y aprendió muchas cosas interesantes que a nadie interesaban [...] Sin embargo, su tesoro permanecía oculto, a la espera de ser descubierto"

¿Será el dragón quien descubra su tesoro?
¿O será el pez con piernas?
¿Cuál será exactamente el tesoro que esconde Chuchurría?
¿Será cualquier otro personaje que se revele contra la sociedad y busque su camino, el que al final despoje a Chuchurría de su secreto?
¿Se volverá chuchurría una pija y cambiara de parecer al ver un caballero de brillante armadura, caso este último más habitual en la vida real de lo que podría parecer, debido a la dote, el parné, y el que dirán?
¿O por el contrario nos espera un giro imprevisto que nos desubique de un modo único, llevando la trama por recovecos inexpugnables de nuestro hastiado imaginario?

Todo esto y mucho más, en próximas entregas.
Aquí... en el Ornitorrinco.

PD: Me iba a currar un trailer, pero la producción se me iba de las manos.

bogormu dijo...

Sólo ha faltado lo de: "Del perdedor de un Oscar (tras otro)". Tranquilo, te encargaré el trailer y los virales de promoción.
Y ahora me tendré que esforzar más para la continuación, no vaya a decepcionar a la inmensa legión de seguidores que tengo (silenciosos, pero fieles).

Anónimo dijo...

¡ Que dragón tan fieramente humano y tan expuesto a la incomprensión, cuando no a la indiferencia !

Y por encima de todo, tan capaz de arrojar chorros de poesia por sus terribles fauces, y la condición humana neciamente solo ver fuego y destrucción ...

Me identifico plenamente con las respuestas que a tanta sinrazón nos brindas en tus lúcidas redacciones, tanto en la forma como en el fondo.

¡ Probablemente Dios existe y hay que disfrutar de la vida que Él creó !

Me dijeron quienes me recomendaron tu lectura, que eras el escritor que mejor dibujaba, sin dejar de ser el pintor que mejor escribía. Veo que es cierto.

Animo. Trataré de seguirte, y hacerte llegar mi aliento en este desierto edulcorado que algunos confunden con el oceano de sus miserias.

bogormu dijo...

Gracias mil, Celia, por tu abrumadora gentileza. Siempre es un placer recibir tus visitas y tus sensibles comentarios.