martes, 21 de octubre de 2008

Caronte aguarda (pues que espere...)


Soy el hombre que muere un poco cada día,
con ese morir lento del que se sabe vivo de milagro.
Por no tener, no tengo dónde caerme muerto.
Que vivo de prestado
ya lo sé, y no me quejo.
No es que morir me importe,
pero duele acabarse
sin haber recorrido los caminos que tal vez me aguardaban.
Y será la costumbre de vivir,
de estar vivo,
de querer que el amor me acompañara,
de abrir el corazón
- aunque me cueste -,
de entregar la mirada a los que amo,
pero sé que lo voy a echar en falta.
Tampoco tengo prisa por saber las horas que me quedan,
lo que hay al otro lado,
- será lo que Dios quiera -
y ni el Hado me espanta.
No sé,
tal vez no creo en el Destino.
El Infierno es un fuego
que te consume el alma aunque no te hayas muerto.
Pero es que el Cielo no me dice nada.
Amigos míos, hago lo que puedo,
no quiero que me embargue la nostalgia,
con la sonrisa puesta me despido,
sabed que tengo cuerda para rato,
y de la vida aprendo:
yo también sólo sé que no sé nada.

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