jueves, 25 de septiembre de 2008

La vida es una tómbola (vaya por Dios)

Ahora que estaba cogiendo carrerilla con el tema del LHC (ya sabéis, el gran colisionador de hadrones - hay que reconocer que el nombre impone respeto -) va y se estropea. Se prevé que vuelva a funcionar en abril, así que el año que viene la primavera nos traerá, aparte del florecer y las lluvias, unas partículas elementales en colisión múltiple. Lo que nos quedará por ver... El caso es que llevo unos días enfrascado en actividades intelectuales bastante peregrinas, y no sé si es por eso o por otra cosa, pero me hallo en estado de coma flotante. Para ser más claro, que la sensación de que cuanto más sé, menos sé, comienza a ser de lo más cotidiana. Mis peculiares circunstancias actuales han tenido como efecto colateral una suerte de alejamiento de mí mismo, de modo que me encuentro a menudo en lo que podríamos describir como un viaje astral, pero sin viaje. No sé, tengo la sensación de que no me estoy explicando demasiado bien... Pues eso, que miro a la vida y me digo: ¿seguro que esto es como nos lo habían contado? Pues me parece bastante raro.
Vale, reconozco cuando estoy espeso como puré de lentejas. Leo esta mañana una entrada en el blog del MIT (véase barra lateral) hablando del estrés y los babuinos, pero decido no sacar conclusiones.
Y para que vuestra visita de hoy no sea en balde, reproduzco un poema del maestro Aleixandre:

SILENCIO

Bajo el sollozo un jardín no mojado.
Oh pájaros, los cantos, los plumajes.
Esta lírica mano azul sin sueño.
Del tamaño de un ave, unos labios. No escucho.
El paisaje es la risa. Dos cinturas amándose.
Los árboles en sombra segregan voz. Silencio.
Así repaso niebla o plata dura,
beso en la frente lírica agua sola,
agua de nieve, corazón o urna,
vaticinios de besos ¡oh, cabida!,
donde ya mis oídos no escucharon
los pasos en la arena, o luz o sombra.

Y el próximo día hablaremos de poesía.

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