Ya sé que dije que hablaría de ballenas, pero de momento habrá que esperar. A veces me pongo muy concienzudo, y no me apetece lanzarme sin la preparación suficiente. A lo que iba, que hoy me he encontrado con esto y le he hecho una foto. Y diréis - o al menos lo pensaréis - que vaya hallazgo, unas hojas caídas en otoño. Pues sí. La cosa es más o menos como sigue: voy caminando por la calle, y de repente algo me llama. En este caso es la luz. Ese sol casi rasante que arranca las texturas de lo que encuentra a su paso, que atraviesa las transparencias, que revela atmósferas microscópicas y colores improbables. Hay una geografía oculta en lo evidente, una topografía que se posa como un velo por encima de los objetos, que se superpone a lo que vemos como una piel finísima y volátil. No se distingue apenas, se mimetiza, se disfraza de nada para cubrirlo todo. Pero a veces su aroma se enreda entre los pies y te hace detener la marcha. Te paras. Te agachas, en plena calle, sin importarte quién te mira preguntándose qué habrás visto tú en esas hojas, mira que vaga gente rara por el mundo. Sabes que hay un misterio, y el misterio es la vida. Lo real es lo que tiene, que está ahí, sin más, y ahí está su grandeza, en su humildad. Durante unos minutos, el mundo entero se reduce a esas hojas caídas en la acera, al sol cuando se aleja y las empapa de color y sombras, a la áspera cuadrícula azulada del suelo, al instante detenido, al aire que te envuelve como un manto. Se le llama presente, porque es un regalo.
Por cierto: una vez más acuden las premoniciones. El tigre ha abandonado el escaparate. Quizá escapó en la noche, sabiendo que su imagen viaja ya por el mundo, y él es sólo una sombra que se pierde entre sombras.
2 comentarios:
...No me puedo creer lo del tigre, a lo mejor lo han comprado para usarlo en un Belén.
Bueno Rafa, me gusta lo que leo, una reflexión interesante acerca de la humildad y del hacerse pequeño, que en estos días que van a venir es importante, lo normal es que la gente se crezca en mesas copiosas en donde no falte de nada o mejor dicho, sobre de todo.
El día de reyes, en el que en muchos hogares los niños están sobrepasados de regalos a los que no dan casi importancia por la enorme cantidad que reciben... en cualquier caso, casual o intencionada, me gusta la reflexión de hacerse pequeño, me recuerda ese niño que nació hace 2008 años en Belén en lo más humilde y en lo más pequeño, ¿qué paradoja para un cristiano?, un Dios que se nos revela en forma de niño, o acaso ¿hay algo más pequeño, devil y dependiente que un recien nacido?.
Me encanta la idea de un tigre en un belén... ¿Por qué no? En fin, trataremos de sobrevivir un año más a las navidades y sus excesos. Si ya lo decía Mies van der Rohe, "Menos es más".
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