Como muy bien saben los que leen religiosamente este blog (y digo religiosamente porque antes se encomiendan a todos los santos por lo que puedan encontrar), los últimos días andaba considerablemente alterado, o dicho coloquialmente, pabajo. Tras hacer una de esas entradas incendiarias y recibir los correspondientes capones, decidí que había llegado el momento de remontar, y no se me ocurrió nada mejor que comprarme una película de oferta: "One Million Years B.C.", o lo que es lo mismo, "Hace un millón de años". Obra emblemática el género "Cine prehistórico con mujeres macizas", protagonizada por Raquel Welch en el año en que yo nací. Naturalmente, la excusa fue que los efectos especiales corrían a cargo del genial Ray Harryhausen, pero mi objetivo real era la contemplación de la espléndida Welch con su bikini de pieles. Sin duda alguna me estoy haciendo mayor, pero tengo que admitir que el saludable e ingenuo erotismo que destila Ella es infinitamente más sugerente que la mayoría de lo que hoy en día nos venden con el mismo propósito. Y me enternece y fascina al mismo tiempo el trabajo de Harryhausen, que a pesar de los años transcurridos revela una capacidad asombrosa para inventar mundos imposibles, desafiando las dificultades técnicas con imaginación y oficio.
Pero todo esto era una excusa para hablar de otra cosa. Hay una escena de la película en la que un hombre pinta animales en las paredes de una caverna, mientras un grupo de niños le observa. Dejando de lado el nulo rigor científico de la película - ni falta que le hace -, nunca he conseguido creerme del todo las teorías acerca del sentido exclusivamente mágico y ritual de las pinturas rupestres (nota: uno de los escasos sobresalientes que he sacado en mi vida académica fue con un trabajo para la facultad titulado: "Abstracción y figuración en el Arte Prehistórico"). Y lo que me pregunto es si los eruditos que han formulado dichas teorías han experimentado alguna vez la magia real de crear un dibujo, de hacer surgir del blanco del papel una figura, una forma que antes no existía. Porque ando estos días con los lápices en la mano, y no dejo de sentir ese entusiasmo, esa alegría casi infantil, esa felicidad interior que me proporciona el sentirme capaz de dar vida y presencia a un personaje que antes sólo era una idea vaga e imprecisa. Que un humilde lápiz y un papel puedan recrear seres, paisajes y sueños, que aparecen lenta y misteriosamente ante tus ojos. Y cualquiera que haya vivido esa experiencia sabe que el ser humano no necesita una finalidad utilitaria para ponerse a trazar líneas, manchas o puntos. Es un impulso profundo, el mismo que lleva a un niño a arrastrar un palo sobre la arena. Si luego cazaban un bisonte, pues mire usted qué bien. ¿Pero qué querían que pintaran? ¿El nacimiento de Venus? ¿El Jardín de las Delicias?
Bueno, es un tema apasionante, pero es un poco tarde y me fallan las fuerzas. Otro día continuaré. Pero antes de despedirme, quiero rendir tributo al recientemente fallecido Robert Mulligan, director de "Matar a un ruiseñor". Benditos los que dejan una huella semejante a su paso por este mundo. Gracias y amén.
6 comentarios:
De todo corazón te deseo un 2009 distinto del que termina, solo en esos momentos en los que te haya sido insoportable seguir adelante.Pero que sigas viviendo el placer de ver crecer a ese pequeño "angel" que tienes a tu lado.
Un abrazo.
Este soneto de Shakespeare lo busque como respuesta a tu escrito anterior, pero da igual vale para los dos y más. Un abrazo.
"Harto de todo esto, muerte pido y paz:
de ver cómo es el mérito mendigo nato
y ver alzada en palmas la vil nulidad
y la más pura fe sufrilr perjurio ingrato
y la dorada honra con deshonra dada
y el virginal pudor brutalmente arrollado
y cabal derechura a tuerto estropeada
y por cojera el brío juvenil quebrado
y el arte amordazado por la autoridad
y el genio obedeciendo a un doctor mequetrefe
y llamada simpleza la simple verdad
y un buen cautivo sometido a un triste jefe;
harto de todo esto, de esto huiría; sólo
que, al morir, a mi amor aquí lo dejo solo".
Gracias por los comentarios. Lo malo de leer a Shakespeare es que se te quitan un poco las ganas de escribir, porque él ya lo dijo todo antes y mejor. Por cierto, yo tuve una magnífica edición bilingüe de sus sonetos, ahora en paradero desconocido, y la echo de menos. Habrá que buscarla. Mis mejores deseos para todos en 2009.
Agustin García Calvo es el culpable de esta traducción que ha sido editada en versión bilingüe.
Sí que Shakespeare lo dijo todo, y no solo él; lo que me da fuerza y ánimo para seguir es que gente como él han conseguido transmitir y dar un sentido a la vida - a pesar de lo absurda que es - que perdura atravesando todas las "crisis" y destrucciones creando una trama fina y frágil, realista y no romántica, donde apoyarse. Un abrazote continuo.
Deberías de poner un título al boceto. Ya que cualquier obra por nimia que nos parezca, merece un nombre.
Yo voy más alla en tu observación sobre los planteamientos de los historiadores.
Cuantos comportamientos se habrán escrito a lo largo de la historia, sin comprender las verdaderas intenciones de sus autores.
Cuantos edificios, simbolos, construcciones, grabados, estampas, formas, esfinges, escritos y litografías habrán sido interpretados erroneamente.
Pero quizá esa es la esencia del arte. No la de trasmitir una idea, un mensaje. Más bién quien lleva un artista dentro intenta transmitir un sentimiento, una emoción, una reacción, que cada uno de nosotros dara sentido a su modo.
En definitiva. Quien quiera ver magia, vera magia. Habrá quien vea algo supercool osea. Otros a Darwin pensando. Otros su infancia y sus ceras manley. Otros sentiran el subidon de crear y hacer pensar a los demás. Otros quiza los más munerosos animales y señores con mucha lanza y mucho hambre. Y asi hasta el infinito.
Es lo bonito del arte, que no se puede explicar con palabras.
Y por muy muy bueno que sea el historiador, nunca dejara de ser, un espectador más.
(perdon por las multples faltas dortografia)
No me puedo quejar, mi galería de ilustres invitados va en aumento: Nasrudín, el Nota... ¡Qué nivel! Me duele el maltrato ortográfico, pero te perdono. Gracias por la visita y el comentario.
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