Tomo hoy como punto de partida una reseña aparecida en la edición digital de El País, dedicada a una representante del llamado "YBA", siglas en inglés del Jóven Arte Británico. Al parecer, sus obras más conocidas son cosas tales como vídeos y montajes diversos en los que aparece ella misma mostrando sin pudor sus miserias humanas, autodeclarándose psicótica, alcohólica, neurótica, etc, y aportando pruebas fehacientes de ello. Vale. Ah, también se autodenomina artista. Y por ahí no paso.
Queridos compañeros de viaje, las vanguardias artísticas siempre nos han traído dos cosas, parece que inseparables: una ruptura necesaria para abrir nuevos caminos de evolución creativa, y una puerta abierta al "yo me apunto, y si cuela, cuela". El problema típico de las vanguardias es que suelen nacer con fecha de caducidad, y a partir de cierto momento mueren en su propia inercia, vacías de contenido (e incluso de continente). Y me aburren tanto y me dejan tan indiferente (cuanto más transgresoras, más indiferente) que no pienso seguir hablando de ello. Pero sí quiero, en cambio, compartir con vosotros mi pasión por algunos de los más grandes artistas que, al haber desarrollado sus carreras en un género desgraciadamente considerado menor - la ilustración - son mucho menos conocidos y valorados. La lista podría ser muy extensa, así que la reduciré a los que creo que resisten sin problema el paso de los años. Mi último gran descubrimiento ha sido Gustav Tenggren, del que podréis encontrar información en el blog que os recomiendo en las sugerencias del chef (http://www.linesandcolors.com/). En otro link recién descubierto, http://www.artsycraftsy.com podréis admirar el trabajo de otros de los grandes: John Bauer, Edmund Dulac, Arthur Rackham, Maxfield Parrish, Kay Nielsen o Gustave Doré. Y entre los aún vivos, Dugin y Dugina, Sergio Toppi o P.J. Lynch. De este último podéis ver unos videos interesantísimos en YouTube, donde nos muestra su proceso de trabajo, algo impagable para los que nos dedicamos o queremos dedicarnos a esto de hacer dibujillos. Podéis encontrarlos a través de su web, http://www.pjlynchgallery.com. Hay muchos otros ilustradores maravillosos, pero no habría aquí espacio para hablar de todos. De cualquier forma os agradeceré cualquier comentario que pueda descubrirnos nuevos artistas de los que aprender. Pero todos los citados tienen en común algo que va más allá de la calidad de su trabajo: la elegancia, la profundidad, un aroma que no se puede definir pero cuya calidez aflora en cada detalle. Contemplar cada uno de sus dibujos es una lección magistral para todos los que empuñamos un lápiz o un pincel. A veces puede resultar un poco frustrante, pero ahora creo que hay un camino que lleva hasta donde ellos llegaron, un camino enlosado de paciencia, perseverancia y entusiasmo. La voluntad de hacerlo cada día lo mejor posible, e intentar ir un poco más allá. Observar y aprender, practicar, repetir, borrar y empezar de nuevo. No hay otra forma, pero ésta funciona. Así que a por ello.
Y siento una emoción y un profundo agradecimiento hacia quienes hicieron ese trabajo, mostrándonos el camino a seguir. Esta entrada es un pequeño homenaje a su grandeza.
Y ya sé que es un atrevimiento ilustrar este texto con un dibujo propio, pero es un ejercicio de humildad - ahí quedo, expuesto a los ojos de cualquiera - y una forma de decirme: el próximo será mejor. Estoy en el camino, y por ganas que no quede.
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