Es lo que tiene vivir en una ciudad pequeña. Sales a hacer un recado, aparcas, y cuando vuelves al coche te encuentras una mantis en el parabrisas. Aunque a muchos les parezca increíble, a algunas personas nos gustan los insectos. No todos, claro. Pero algunos son criaturas fascinantes, ya sea por su aspecto o por su comportamiento y costumbres. La fama de la mantis es bien merecida, pero aunque no supiéramos nada de sus peculiares relaciones amatorias, su simple presencia, su cimbreante silueta, sus enormes patas delanteras plegadas en actitud orante serían suficiente motivo para la fascinación. No deja de ser sorprendente que un insecto de apenas siete centímetros (que ya está bien para un insecto) pueda causar tal sensación de temor. Lo cierto es que en realidad resulta totalmente inofensivo (salvo que seas una mantis macho, claro), pero por si acaso uno mantiene las distancias.
Y sí, una de mis primeras vocaciones fue la de entomólogo. Pero lo de atravesar bichitos con alfileres no era muy de mi agrado. Fue una época de libros, guías de campo y andar explorando los matorrales en busca de ejemplares dignos de observación. De aquellos tiempos conservo la simpatía hacia muchos coleópteros y algún que otro representante de las diferentes familias de hexápodos (toma ya).
Sí, también me gustan las arañas, pero son arácnidos y tienen ocho patas. Ya sé que lo sabíais, pero tenía que decirlo.
Para terminar, y por si queréis comprar una mantis como animal de compañía:
www.mantiskingdom.com/
1 comentario:
¡Ya lo creo que te gustan! Todavía me acuerdo cuando se te escaparon todos los que tenías metidos en cajas de cerillas en el armario de Covaleda. Si después de aquello no te maté, ya no creo que vuelva a encontrar ningún motivo. Por cierto, yo también me suelo encontrar insectos en el coche. Están todos espachurrados en el parabrisas...
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