miércoles, 11 de marzo de 2009

Estratagema

Como en un juego perverso de matrioshkas, me miro en el espejo y veo una máscara que no soy capaz de descifrar. Abro la boca y el rayo de la visión se precipita vertiginoso garganta abajo, esperando encontrar signos de vida inteligente, como una sonda cósmica que, arrastrada por las fuerzas desconocidas de la energía oscura del universo, intentara demostrar que no es posible que seamos el culmen de la Creación. Pero pronto ve obstaculizada su marcha. Primero por sustancias viscosas que aparentemente constituyen la materia orgánica de que estamos hechos, los humores arcaicos, pero que resulta ser el caldo espeso en que se resumen nuestras arrogantes pretensiones. Esto son las vísceras, el rastro animal de nuestro más humilde origen como especie, eso que nos recuerda que apenas nos sostenemos vacilantes sobre las piernas para gritar a los cuatro puntos cardinales que somos los reyes del mundo. Que se sometan las bestias a nuestro poder omnímodo, pues nuestras manos están por fin libres para empezar a crear una civilización que nosotros mismos destruiremos. Homo sapiens, el hombre que sabe...
Después hay algo duro, inconcebible por su tamaño y naturaleza: un caballo de troya. ¿Cómo? ¿Aquí dentro? Pero silencio... Sí, ahora lo escucho, sin duda, son voces que vienen del interior. Enciendo una cerilla para ver con más claridad, y de repente el caballo empieza a arder, y surgen de entre las llamas todos los miedos, los complejos, las dudas, un ejército de personajes con disfraces ridículos pero convencidos de tener existencia real, conjurados como demonios con la misión irrenunciable de mantener a su portador en la ignorancia. Por un momento todo parece destruido, el humo no te deja respirar, hay ruido y furia y apenas se deja oir la voz del idiota que cuenta la historia a los demás idiotas. Queda el temblor, las lágrimas que se han secado en las mejillas, y luego un silencio hueco, un espacio sin límites, un mar esférico, un cielo blanco, una luz que arde lentamente sin extinguirse.
Muerte antes de la muerte, la revelación del misterio, el susurro del viento al oído: la gacela velada, el sésamo que abre la puerta de la cueva, la llave dorada, la palabra que nadie jamás ha pronunciado.
Seguiré mi camino más ligero sabiendo que no sé, queriendo conocer lo que es real y está vivo, anhelando el amor y la alegría y el beso dulce al despertar el día.
Amén y buenas noches.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuantas vueltas o troyano has osado dar a tu sufrida patata, que el ritmo te sigue duras penas.
Eres un virtuoso del romanticismo, atrapado en una sociedad virtual que no te corresponde.

No desesperes. Saca a paseo el troyano que habita en tu interior. Que disfrute.

Hanan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
bogormu dijo...

Por alguna razón inexplicable, el comentario de hanan ha desaparecido. Es algo realmente raro, pero puedo asegurar que de ningún modo es cierto que el autor de este blog haya eliminado voluntariamente dicho comentario. Pido disculpas y aprovecho para agradecer a hanan su visita y su participación. Estoy de acuerdo con Gandalf, y mira que no soy muy Tolkienófilo. Reconozco que después de tres películas de tres horas, estaba deseando que arrojara de una santa vez el dichoso anillo... Un beso.