Buenas noches. Me llamo Achmed (en realidad, Dionisio, pero por favor, que no salga de aquí) y soy un misterioso mago oriental. A mi derecha - vuestra izquierda -, aunque no lo podéis ver, hay un gran baúl cuyas puertas se abren y cierran alternativamente. Cada vez que el baúl muestra su interior, podéis contemplar a una hermosa odalisca. Pero si os fijáis con atención, descubriréis que no es siempre la misma. Ahí está la magia, el asombro pintado en vuestra expresión atónita. ¿Que cómo lo hago? ¿Qué clase de mago sería si os revelara mis secretos, así sin más? Que utilice un nombre falso no quiere decir que no sea un profesional respetable. Este gremio es muy serio, os lo aseguro. Aquí no nos andamos con chiquitas, y al que no cumple los códigos internos se le hace desaparecer sin dejar rastro - lo que, por otra parte, no entraña ninguna dificultad cuando se conocen las fórmulas adecuadas. Sí, supongo que desde fuera se ve todo muy apasionante y envuelto en la fascinante atmósfera del mundo de lo oculto. Y no es que no sea así, pero hay algunos aspectos especialmente fastidiosos. Las barbas, por ejemplo, son de mentira y pican como el demonio. Las túnicas cogen olor a humedad y no hay quien se lo quite ni por ensalmo. Y el público, que ha cambiado mucho. La culpa es de la dichosa televisión. Ahora todo el mundo quiere un primer plano de cada pase, de cada gesto, de cualquier mínimo movimiento de la mano. Algunos magos trabajan en manga corta, ¡qué despropósito! Si Houdini levantara la cabeza...(claro que primero tendría que encontrar la llave del candado). Y Merlín... ¡eso sí que era elegancia y presencia! Yo, en mi modestia, trato de mantener alto el pabellón, y no rebajar la dignidad del oficio. Vaya, que para ser un autómata no me desenvuelvo nada mal, si bien he de reconocer que me quedo un poco escaso de repertorio. Por no hablar de las odaliscas, que al paso que vamos me las van a vestir de talibanas. ¡Qué lejanos quedan los felices veinte!
Caramba, sí que se ha hecho tarde. Pues hala, a dormir y a soñar, los que puedan.
A ver si aprendo algún truco nuevo (por ejemplo, lo de estirar las horas).
¡Abracadabra! ¡Hocus pocus! ¡Shazam! ¡Alabím Bombán!
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