Sirva esta entradilla como petición pública de disculpas a cuantos me habéis soportado, apoyado, ayudado y alentado de muy diversas maneras en estos últimos meses. Os pido perdón por no responder como sería de esperar en una persona simplemente normal. Os pido perdón por hacer lo mismo de siempre - prometer y no cumplir, crear expectativas falsas, generar la esperanza de unos cambios que nunca llegan, ser incapaz de perder el miedo a la vida.
Doy fe de que habéis ido mucho más allá de lo que se hubiera podido esperar de unos amigos, y os aseguro que os estaré eternamente agradecido.
Pero creo que hasta aquí hemos llegado. La poca dignidad que me queda me obliga a liberaros de la carga que supone tenerme como una sombra, con la permanente amenaza de nuevas peroratas acerca de lo injusta que es la vida, lo bueno que soy y la mala suerte que tengo.
Si yo mismo no me aguanto, como para hacer que me aguanten otros que, por otra parte, tiene sus propias vidas con sus propios problemas - y lo que es más importante, con sus propias alegrías. A fin de cuentas, lo único que me ha pasado es que me ha llegado la factura de mis desastres pasados, y esa la tengo que pagar yo solito. Demasiadas muletas he tenido ya hasta ahora. Tantas, que se me ha olvidado cómo es eso de caminar con mis propias piernas.
Y ahora es cuando vendría eso de: "Venga, Rafa, déjate de tonterías, ahora estás mal y lo ves todo negro, pero tienes que hacer un esfuerzo, animarte, mover el culo y salir adelante, aunque sólo sea por tu hijo". Como véis, ya me lo sé. No quiero parecer arrogante, pero dudo que alguien pueda decirme algo que todavía no me haya dicho yo - incluido lo de la autocompasión, el pobre de mí, lo de lamerme las heridas, etc -
Cuando consiga ser una persona como Dios manda, hablaremos.
Hasta entonces, reciban un cordial saludo y, nuevamente, mis más sinceras disculpas.
Y sed felices, por favor.
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